En el grado de productividad de un/a trabajador/a entran en juego infinidad de factores: la propia cualificación, el horario de trabajo, los periodos de descanso, el grado de identificación del empleado con la empresa.... o, por supuesto, el entorno. A todos nos gusta disponer de un espacio de trabajo donde nos sintamos cómodos y relajados. Por ello, el mobiliario y la decoración de la oficina o despacho, y más en concreto, sus colores, influyen en la productividad laboral mucho más de lo que podría parecer en un principio. De ahí que su elección no deba dejarse ni mucho menos en manos del azar. De hecho, para elegir los colores de una oficina o despacho debemos tener en cuenta una serie de factores, como el espacio disponible, el tipo de actividad que se va a desarrollar en él o si el trabajo se realiza en solitario o en equipo, por citar tan solo algunos de ellos.
Por supuesto, no es obligado quedarse con un solo color, sino que puedes combinar varios de ellos, siempre, claro esté, que queden más o menos bien o se presten a ello. Repasemos algunas opciones:
Respecto a los colores cálidos, el amarillo fomenta la creatividad y la comunicación entre los trabajadores. Además, brinda frescura, vitalidad y diversión, por lo que es una opción muy interesante para agencias de publicidad, zonas donde se trabaje en equipo, salas de reuniones, etc.; el naranja ayuda a combatir la fatiga mental y potencia el optimismo y las relaciones conciliadoras, por lo que puede ser de gran ayuda en el hall de entrada o en zonas de descanso; el rojo promueve la objetividad y la seguridad, aunque es preferible usarlo en pequeñas dosis, como en algunos muebles auxiliares o artículos decorativos, etc., dado puede llegar a resultar demasiado intenso y, en cierto modo, incluso algo agresivo.
En cuanto a los colores fríos, el verde favorece la concentración y ayuda a potenciar el ingenio, lo que hace de él una buena opción para puestos de trabajo que requieran hacer complicados cálculos, buscar soluciones creativas, etc.; el azul, además de moderno, es muy relajante, y tiene una gran capacidad para aportar tranquilidad y seguridad tanto a trabajadores como a clientes que nos visiten, por lo que es perfecto para decorar, por ejemplo, puestos de trabajo potencialmente estresantes.
Por otra parte, no hay que olvidar los colores neutrales, que casi siempre son una apuesta segura. El blanco, por ejemplo, agranda visualmente los espacios, ayuda a concentrarse, transmite limpieza y orden, y es probablemente el más fácil de combinar; el gris es elegante y brinda prestancia a cualquier espacio, mientras que el negro representa mejor que ninguno la seriedad y la solidez, aunque, como sabes, tampoco conviene abusar de él, ya que usado en exceso en espacios pequeños puede producir un efecto cueva.
Recuerda que, a la hora de trabajar, no importan tanto las horas que estemos delante del ordenador como lo productivos/as seamos en ellas. Y en este sentido, los colores que nos rodean y su influencia en nosotros tienen mucho que decir.