El blanco es un color que nos gusta, nos aporta luminosidad, pureza y serenidad. Es ideal para renovar la decoración de la casa y es perfecto para todas las habitaciones del hogar. Vestir una estancia de blanco es siempre un acierto.
Paredes blancas, cortinas blancas, muebles blancos... Muchas veces vemos salones o habitaciones con muebles y decoración completamente en blanco. El blanco no solo es genial porque nos da luminosidad, sino porque funciona como base para insertar elementos decorativos que destaquen y crear una decoración atemporal. Es un color que multiplica la claridad y la sensación de amplitud, es versátil, fácil de combinar y nunca pasa de moda. Los clásicos nunca mueres y menos si están en constante renovación, adaptándose a las nuevas tendencias. En el estilo escandinavo o nórdico, el blanco es el protagonista absoluto sin duda alguna.
El básico entre los básicos.
No sólo es un color funcional para las paredes, techos o muebles, sino que lo encontramos en todo tipo de textiles y pequeños accesorios decorativos. El color blanco es, en realidad, la ausencia de color. Y es precisamente por eso que combina con cualquier color indiferentemente de su tono, desde los más claros a los más oscuros, con diferentes efectos y sin importar su acabado. Además de funcionar como una base sobre la que crear, es luminoso y permite ser mezclado con cualquier material y acabado.
El color blanco tiene connotaciones muy ligadas a la inocencia, paz, sencillez, y por supuesto, a la pureza. En la decoración de interiores, como en estilos nórdicos y escandinavos, es comúnmente utilizado este color por generar sensaciones de calma, limpieza y orden.
¿Por qué amoblar con tonos blancos? Las razones son muchas, es luminoso y agranda los espacios, además, combina con todos los colores y estilos. Cuando decoras en blanco consigues un efecto de mayor amplitud, así pues, en estancias o dormitorios pequeños hará que tengan un par de metros más. ¿Qué más se le puede pedir? Pues es atemporal, muy versátil, y todo ello lo convierten en el básico entre los básicos para cualquier decoración.
Entre otras de las cualidades del blanco, nos encontramos con que es un color frío y aséptico. En algunos hogares se busca este efecto, pero si no es el caso, tiene solución. Y, ¿cómo podemos remediar este punto negativo? Sigue leyendo.
Los contras del blanco
Parece que, con el blanco, todo son bondades. ¡Pues no todo! Bien es cierto, que la decoración en tonos blancos puede ser fría en espacios demasiados grandes o con ausencia de muebles. Para muchos diseñadores, decorar en blanco, tiene un diseño aburrido e impersonal, aunque ese problema tiene una fácil solución. El truco consiste en insertar una nota de color acompañándolo con materiales adecuados como la madera o fibras naturales para crear una estancia más acogedora. Puede ser desde un mueble, una planta o macetero, una lámpara de ratán o textiles como cojines o una simple alfombra. Existen muchos tonos de blanco entre el gris y beige que huyen del concepto total white y que nos aportan algo más de calidez al ambiente.
Una gran variedad de tonos
El gran dilema, ¿qué blanco elegir? Blanco roto, blanco marfil, blanco perla, blanco hueso, blanco tiza... Pero, ¿cuántos tipos de blanco hay? Tantos como matices. Añadir unos toques de color amarillo o marrón, lo hará más cálido, mientras que, al mezclarlo con tonalidades grises o azules, el resultado será un color frío.
Decorar con tonos cálidos, es un acierto si cuentas con una habitación con poca luz natural, por lo que estos blancos servirán de contrapunto agrandando visualmente el espacio y creando un aire acogedor. Son comúnmente utilizados en paredes, tapicería y textiles en estancias de la casa como el salón, comedor y pasillos.
Por lo contrario, los tonos fríos están indicados para conseguir una decoración contemporánea y neutralizar la excesiva luz en las habitaciones que les da mucho el sol. En la decoración de estancias comunes, los blancos fríos sirven como telón de fondo para insertar colores más llamativos, elementos decorativos u obras de arte coloridas. El blanco con toques grises es perfecto para llenar ambientes de armonía, y a pesar de tener un carácter frío, es la mejor opción para el dormitorio creando así un ambiente relajado en el que descansar.
Madera y fibras, dos materiales fundamentales en la decoración nórdica
La combinación del blanco con la madera, propia del estilo nórdico, se ha convertido en una tendencia que va más allá de los países escandinavos. La pureza del blanco encuentra en la sencillez de la madera y las fibras naturales la perfecta unión. Los materiales se encargan de aportar calidez al blanco y crean armonía con la luz que desprenden los tonos blancos. Completa la decoración con lámparas de texturas en ratán o jacinto de agua y textiles de lino o algodón en cortinas, ropa de cama, cojines y mantas en beige o colores tierra.
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