Las paredes de ladrillo visto son tendencia desde hace ya un tiempo, y no hay visos de que vaya a cambiar la situación. No en vano, tienen una formidable de capacidad de brindar calidez, riqueza de texturas y un desenfadado toque chic a cualquier hogar, si bien suelen tener especial éxito en los ambientes de estilo industrial o rústico.
Los ladrillos como tales existen desde hace más de cinco mil años, pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando empezó a ser tendencia el hecho de dejarlos expuestos. Y fue por una decisión que respondía más a motivos prácticos que estéticos, ya que era más barato dejar la pared con el ladrillo desnudo que tener que añadirles yeso y madera.
Esta tendencia coincidió con un movimiento producido en Nueva York a mediados del siglo pasado y protagonizado por jóvenes artistas y bohemios en general, que empezaron a mudarse a antiguas fábricas y almacenes industriales, dejando intacta la esencia de estos inmuebles: tuberías al descubierto, enormes ventanales y, por supuesto, paredes de ladrillo visto. Todo ello consolidó la tendencia del estilo industrial en general y la inclusión de paredes ladrillo visto en particular, que permanece a día de hoy.
Si, como es posible, te sientes tentado/a por la posibilidad de hacer una pared de ladrillo desnudo en tu casa, te recomendamos que te asegures de que no es un simple impulso y sí una firme idea. No porque no nos guste (todo lo contrario), sino porque es una decisión bastante atrevida y sin 'vuelta atrás'.
¿Son tus paredes aptas para el ladrillo visto?
Una vez estés seguro/a de que es así, lo siguiente es saber si las paredes son aptas para adaptarlas al ladrillo visto. Ten en cuenta que estas deben ser de cierta calidad, algo que no siempre sucede en algunas construcciones de hoy en día. De hecho, aunque pueda sonar algo extraño, por regla general, los edificios construidos hace bastantes años suelen tener ladrillos de mejor calidad que los levantados recientemente. Lo ideal es hacer un orificio de prueba en el yeso para comprobar que el estado del ladrillo es óptimo. Si está dañado o el color de tu agrado, bastado con rellenar de nuevo el agujero.
Si, por el contrario, lo que ves es de tu agrado, ¡adelante! Eso sí, prepárate adecuadamente para la suciedad que vas a generar. Cubre con un plástico grueso todos los muebles y el suelo de la estancia y, en caso que vayas a ser tú mismo el encargado de la obra, no olvides que necesitarás gafas de protección, guantes y máscara.
Elige la pared adecuada
Y hablamos en singular porque lo normal y recomendable es apostar por el ladrillo visto en una sola pared (o incluso en un solo pilar), ya que se trata de un recurso para dar personalidad y un atractivo contraste a una a estancia en concreto en la que queramos focalizar la atención, no a la casa en su totalidad. Algo que, por otro parte, resultaría pesado visualmente y muy poco estético.
La pared más fácil de hacer en ladrillo visto será la que no tenga puertas ni ventanas, ya que trabajar a su alrededor será más siempre más lento, y además necesitarán un relleno y una reparación cuidadosa al terminar. Mira también cuántos radiadores y tomas de corriente tiene cada pared para elegir la menos conflictiva.
Sé paciente
No vamos a mentir, hacer una pared de ladrillo visto es un trabajo duro y sucio, pero vale la pena una vez acabada. Plantéatela como un proyecto de arqueología que requiere atención, esmero y paciencia para obtener el mejor acabado.
No te limites a ir desconchar la pared con una barra de cuervo o martillearla sin ton ni son, ya que esto solo dará como resultado más polvo y un mal acabado. Comenzando en el área de prueba, y siempre de izquierda a derecha, golpea la pared con precisión y retira el yeso una espátula. Algunas paredes serán más difíciles que otras, pero sé persistente y no decaigas. Recuerda que el resultado valdrá la pena.
Limpia y termina el ladrillo expuesto
Una vez que hayas expuesto la pared, hay que darle un bonito acabado. Limpia a fondo cada ladrillo con un cepillo de alambre y una mezcla de partes iguales de jabón de azúcar, sal y agua. Si hay residuos de yeso que se resisten, puedes usar ácido clorhídico para obtener un acabado más suave. Y para acabar, termínala con un sellador de terracota.
Revestimientos: una alternativa más sencilla y económica
Si no quieres invertir tanto tiempo y esfuerzo, o tienes pocas ganas de meterte en obras, siempre puedes optar por un atajo. En la actualidad existen numerosas opciones en revestimientos que simulan con mayor o menor realismo el acabado del ladrillo visto. Su instalación es muy sencilla y el resultado, en muchas ocasiones, es excelente. Eso sí, nada como el ladrillo visto original. ¡Tú decides!